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Relicarios macabros

 


A lo largo de la historia, el ser humano ha sentido una gran fascinación por aquellos temas extraños e inexplicables que debido a su carácter despiertan interés y curiosidad como aquellos relicarios macabros que muchas personas decidieron y deciden utilizar incluso en la actualidad.

Para empezar, se debe hacer alusión a unos extraños colgantes que, en la antigüedad, sobre todo en la época victoriana, eran utilizados para colocar en su interior objetos y partes de personas fallecidos como una muestra de amor eterno. Los colgantes más comunes correspondían a aquellos en los cuales se introducían fragmentos de cabello, uñas, dientes y pestañas de las personas fallecidas, que eran obtenidos antes de ser sepultados en sus tumbas.

Durante el período victoriano fue común la realización de camafeos que eran elaborados con fragmentos de huesos de familiares fallecidos con el objetivo de conservar una parte de sus seres queridos y obtener su protección. No obstante, la realización de estos objetos resultaba muy costosa, debido a la dificultad de los artesanos para tallar el hueso, dándoles hermosas formas de perfiles de mujer o rosas, razón por la que estos camafeos solo eran adquiridos por personas pertenecientes a familias de clase alta.   

Otros extraños relicarios corresponden a los recolectores de lágrimas. Se trataban de pequeñas botellitas de cristal creadas en la época victoriana que se usaban para recoger las lágrimas de aquellas mujeres que perdían a un ser amado como su esposo u otro familiar cercano. Estas finas botellas se decoraban con oro y se las guardaba como recuerdo del familiar fallecido que podían incluso llevarse como un hermoso colgante. No obstante, en algunos casos, estos recolectores de lágrimas se vaciaban sobre la tumba del familiar fallecido al cumplirse el primer año de su partida como una especie de homenaje para recordar su legado en el mundo terrenal.

En el contexto victoriano, otros relicarios se realizaban con extraños materiales como la tierra que era recogida del sepulcro de la persona fallecida, que bien podía incluirse en el interior de un colgante o usarse como materia prima para modelar alguna pequeña escultura en particular. También se tomaban fragmentos de telas de la ropa del ser amado que había muerto para utilizarlo como parte del colgante, ya sea en forma de encaje o de otro adorno que se guardaba como recuerdo.  

Pese a que estos relicarios resultan algo extraños, en la actualidad aún se siguen elaborando estos curiosos relicarios que se elaboran en forma de colgantes u otros objetos artísticos. Uno de esos casos corresponde a los colgantes que guardan en su interior fragmentos de cordones umbilicales que las madres desean inmortalizar como recuerdo del nacimiento de sus hijos mediante distintas técnicas de secado que impiden que estos tejidos sufran algún deterioro.

También es común que muchas mujeres decidan cristalizar sustancias como la leche materna para recordar a sus bebés, obteniéndose objetos en forma de cuarzo que se pueden llevar como un anillo, colgante o pulsera. Así mismo distintas empresas se han encargado de realizar colgantes o botellas decorativas en donde se introduce sangre de la persona amada para convertirla en un objeto artístico que se puede usar como un accesorio, ya que cuenta con un proceso químico que impide que este fluido se deteriore debido al paso del tiempo.

Otras personas más audaces incluso se atreven a usar relicarios realizados con insectos muertos como arañas, moscas, hormigas, entre otros, ya que consideran que existe belleza en estos animales que son tratados de forma química, a fin de conservar su forma por un buen tiempo.

Sin embargo, una de las principales controversias en torno a estos relicarios extraños y algo macabros corresponde a los materiales que contienen o con los que son realizados, puesto que para muchas personas resultan inapropiados y escatológicos, más aún cuando se trata de objetos vinculados con seres fallecidos. No obstante, se trata de interesantes piezas que para muchos resultan atractivas, puesto que, en la actualidad, incluso se han llegado a realizar grandes subastas en el continente europeo para entregar estos antiguos relicarios a coleccionistas que no dudan en pagar grandes cantidades para obtenerlos y disfrutar de su enigmática belleza.

(texto escrito por Andrea Acuña)

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